El reganar peso es uno de los principales miedos de los pacientes bariátricos. Una de las frases más repetitivas de nuestros pacientes es: “Me falta fuerza de voluntad, ando comiendo todo el día o picoteo. No tengo autocontrol y nunca termino una dieta si la empiezo. ”Esta conducta del picoteo es muy reiterativa entre los pacientes, es la peor enemiga a la hora de mantener un peso saludable. ¿Por qué razón? Porque el paciente pierde noción de porciones, horarios, pierde su consciencia alimentaria. Se alimenta una vez más, presa de su piloto automático.
¿Por qué andamos tan antojadas todo el día?
Nuestro cerebro primitivo desarrolló el antojo como método de asegurarse alimento y así la necesidad de comer aún cuando no tengamos hambre, solo por prevenir los tiempos de «escasez». Entonces, a la hora de comer confiamos más en nuestro ojo que en nuestro estómago, porque comemos cuando pasamos cerca de la cocina y paramos de comer cuando vemos el plato vacío, no cuando tenemos el estómago lleno.
Cuando se trata de perder peso, no podemos confiar solo en nuestro cerebro, nuestro “control cognitivo”, o fuerza de voluntad.
Tenemos millones de años de evolución y el instinto diciéndonos que comamos tan a menudo como podamos. Y que comamos todo lo que podamos. La mayoría de nosotros simplemente no tenemos la fortaleza mental para mirar un plato de galletas sobre la mesa y decir: “No voy a comer una galleta, no voy a comer una galleta”, y luego no comer la galleta.
Es mucho más probable que ese “no, no, tal vez, tal vez “, se convierte en un Sí.
Hay miles de snacks adictivos en cada kiosko, en cada negocio, en cada supermercado.
Tenemos miles de millones de dólares en marketing que nos ofrecen alimentos perfectos que nuestras mentes adictivas y nuestros “grandes estómagos” desean.
Sin embargo, antes de culpar a ese malvado marketing o ambiente obesogénico, veamos las trampas que nos pusimos a nosotros mismos:
- ¿Hacemos una porción de pasta extra “familiar” para que nadie tenga hambre en el almuerzo?
- ¿Salimos amorosamente a alguna cadena de comida rápida con nuestros hijos?
- ¿Usamos platos gigantes (modernos) en los que que se puede apilar la comida?
- ¿Nos servimos un trozo de kuchen de manzana, mientras la manzana solitaria tiembla en el refrigerador?
Aunque tengamos las mejores intenciones, somos nuestro enemigo público número uno cuando se trata de poner trampas a nuestras metas de comer de forma saludable.
Dicho todo lo anterior, cuando nos enfrentamos a una baja de peso sin haber pasado por un periodo de reflexión de los hábitos, sin cambiar el chip mental de la comida, viene la frustración y el miedo tan natural. Porque perder peso significa “restricción” para muchos pacientes.
“Siento que no podré”, “la comida me la gana”, “me como hasta la pena”, son frases que se oyen muy a menudo en la consulta.
Ahora bien, si tomamos más de 200 decisiones relacionadas con la alimentación cada día, como lo han demostrado múltiples estudios, es casi imposible que todas sean un libro de dietas perfecto.
La restricción no funciona. Las dietas no funcionan.
Por lo tanto, yo les afirmo lo siguiente. Las dietas restrictivas no funcionan por 3 razones:
- Nuestro cuerpo lucha contra ellas.
- Nuestro cerebro lucha en contra ellas.
- Nuestro ambiente diario lucha en contra de ellas.
Restringirse no es una gran manera de disfrutar la vida. Sin embargo, lo primero que hacen muchas personas que hacen “dieta” es recortar sus comidas de confort -las comidas que más le gustan y tientan. Esto se convierte en una receta para el desastre de la dieta, porque cualquier dieta basada en negarse a sí mismo los alimentos que realmente le gustan y disfruta, va a ser realmente temporal y tiene fecha de caducidad.
Los alimentos que no mordimos pueden aparecer en nuestra mente muy seguido.
Cuando la dieta finaliza, ya sea por frustración o por causa de un éxito temporal, estás de vuelta devorando tus alimentos reconfortantes con una venganza hambrienta. Una conducta totalmente compensatoria.
¿Alguna vez te has visto todo el día picoteando y/o comiendo con deseos sin tener necesariamente hambre?
Picotear sin parar y luego sentirse culpable, es uno de los grandes errores del paciente obeso. Que lamentablemente, después de la cirugía bariátrica puede volver a aparecer.
¿Qué puedo hacer para controlar esos antojos y no reganar peso?
Pues lo primero es enfrentar esos antojos, esos impulsos de comernos ese dulce, ese snack salado. La sugerencia es siempre trabajar estas conductas con tu nutricionista los meses previos a enfrentarte a la cirugía, así ganas tiempo y mentalizas mejor las situaciones que podrían reaparecer después.
Aquí te dejo dos consejos para empezar a vencer los antojos y esa manera más primitiva de comer:
- Antes de que vayas a buscar un alimento a la cocina, no pienses en nada más, libera tu mente de lo que está divagando y pregúntate. ¿De uno a diez, cuánta hambre tengo?
- Si la respuesta es 3-4, pregúntate, ¿merece la pena ir por comida?
- Si tu respuesta a la pregunta anterior, es 6-7 y aún no es hora comenzar tu siguiente comida, ayúdate con alimentos de libre consumo.
¿Sabías que existen más de 10 alimentos que podemos comer libremente durante el día? Acá te los mostramos:
- Acelga
- Espinaca
- Limón o jugo de limón
- Pepino
- Pimentón rojo o verde
- Lechuga
- Repollo (Col)
- Zapallo Italiano (Calabacín)
- Rúcula
- Api
- Cochayuyo
- Penc
- Rabanit
- Endivi
- Infusión de hierbas, como menta, jengibre.
Si con las estrategia anterior, no te fue bien, y tu tentación es un chocolate o un bocadillo dulce, compra la versión más sana que encuentres en el mercado y divídela en porciones pequeñas. Si crees que no puedes sola controlando la porción, pídele a una persona cercana que te ayude y los guarde por ti para que no acabes con el envase completo.
Por último, quiero decirte que ser una paciente bariátrica exitosa depende solo de ti.
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